09 agosto 2007

Gentario y Javier Munguía

Termino de leer Gentario, el primer libro de cuentos publicado por Javier Munguía, del que forman parte esta vez ocho historias, ocho nuevas ficciones en las que el amor sigue estando presente (y que no hacen sino vislumbrar el baile disfraces que se hace presente en su segundo volumen de relatos, Mascarada), sin dejar a un lado la vejez, la muerte, la locura, el conformismo, la frustración, los prejuicios, el proteccionismo paternal y lo inverosímil y desconcertante. Diseccionemos un poco cada relato.

Sospechas, mezcla los sueños frustrados de un hombre y sus peculiares desahogos, creando una necesaria conexión con la necesidad de tener que mantener un esterotipo de familia: casa-coche-mujer-hijos. Renunció a arriesgarse cuando lo tenía que hacer, y ya es demasiado tarde cuando quiere emprender de nuevo el camino. No puede haber muchas esperanzas. En El Juego de Sarita, asistimos a los actos de una marioneta manejada por otra marioneta. Ésta última descubre el miedo a la soledad y necesita del manejo de otras personas para paliar sus propios defectos. Pero las cosas pueden volverse en su contra, nada es seguro y menos cuando la primera marioneta descubre el engaño. Algo, digamos parecido, encontramos en Una rosa es una rosa, en donde nos encontramos el despecho y la necesidad de venganza en territorio ajeno, siendo así una manera de infringir el mismo castigo recibido en quien no tiene absolutamente nada que ver.

Mi vida con Saramago (madre mía como lo lea don José...), es así como el fanatismo llevado al extremo más surrealista. Es la admiración aplicada a la necesidad de salir triunfante, de tener al fuerte, a pesar de esa admiración, "en cueros", literalmente. Para ello se pueden emplear las armas de mujer más primitivas o modernas, todas valen con tal de conseguir el fin. Y si además, se ponen de por medio oportunidades que también son interesantes (ay doña Saramago...), ¿por qué no aprovecharlas?. Pero eso no queda ahí, porque de toda la historia sale otra, duradera y de futuro, y nos damos cuenta de lo pequeño que es el mundo, que es un pañuelo, vamos. En Cailleach, el incesto está presente, cómo no, es un tema que le gusta al autor, y las experiencias vividas condicionan e interfieren en el momento menos previsible y más inesperado, los actos del presente y los amores que se tienen que dar en esos actos. La reflexiones sobre la vejez y la enfermedad, sobre los típicos tópicos ante el tener que afrontar el problema de qué la-abuela-ya-no-rige, no dejan de ser sin un fiel reflejo de lo que todavía se piensa, aún cuando muchas veces lo que más intervienen son los factores de la tradición y no los del sentido común. El cuento José Luis revela las auto-mentiras que te satisfacen, porque si no puedes tener algo, no porque no quieras tenerlo sino porque probablemente no puedes, habrá que inventarlo de donde no lo hay. La sobreprotección tiene sus consecuencias, y es lo que vemos en la pobre Juliana, así que en vez de sorprenderse tanto señor padre de Juliana, reflexione, porque más culpa tiene usted que nadie.

Los buenos tratos y Jackie son quizás los relatos más diferentes que hay en el libro, a mi juicio. En el primero, el prejuicio es la tónica de la historia, y la necesidad de hacer realidad ese prejuicio se consigue mediante la exasperación y la crispación; todo con el fin de confirmar la "teoría". El segundo, es un relato desconcertante, puede dar lugar a muchas interpretaciones pero nunca estarás seguro de si es la correcta. ¿Mi interpretación? Hay veces que es mejor interpretar un papel y asumirlo, para qué resistirse, es una bobada, y más cuando eso te puede ayudar a sobrellevar tristezas que no sabes cómo borrar, cómo afrontar.


Gentario/Javier Munguía

¿Resumen? En esta primera publicación de Munguía, el auto-engaño se presenta en alguno de los relatos, el amor en casi todos, los sueños frustrados y la vejez coordinan y engrasan algún que otro relato, y todo ello manejado de una manera muy inteligente. Sigo viendo destellos de García Márquez, sobre todo en Cailleach (amor, locura y vejez), y en general en la mayoría de las escenas de sexo tanto de este libro como de Mascarada. Seré descarado al pensarlo, pero a mí me viene Gabo a la cabeza, no puedo evitarlo. Introduce también pequeños detalles de su vida (¿qué escritor no lo hace?), y siempre es bueno introducir destellos de realidad en la ficción.
Considero este primer cuentario como un primer ejercicio serio de escritura que llevará a la madurez en la narrativa de que ha caracterizado el segundo cuentario. Pueda haber mas inexperiencia en estos cuentos, en su redacción o composición, pero no por ellos son menos buenos e interesantes y no hacen sino hacer madurar los buenos frutos que son los cuentos de Mascarada. Vamos, un primer ejercicio superado con muy buena nota.

08 agosto 2007

Cada cuento tiene su disfraz... Mascarada

La vida, las historias personales, las relaciones sociales y amorosas, nuestros sentimientos más carnales, íntimos, pasionales, terrenales, materiales o místicos, nuestros sueños y frustraciones. Todos estos aspectos se esconden detrás de disfraces, y cada uno de nosotros tenemos nuestra historia, y nos disfrazamos para interpretar el papel que nosotros queremos, que se nos viene impuesto de nacimiento o por circunstancias varias, o porque simplemente ya era el último papel que quedaba. Desde el libro de cuentos Mascarada, Javier Munguía pretende mostrarnos una gran parte de estos disfraces, ponerlos a disposición del lector, sin juicios, ni prejuicios, sin opiniones que nos puedan guiar y condicionarnos. Nos los pone en bandeja, nosotros los vemos y asentimos, lo que pensemos o dejemos de pensar ya es cosa nuestra.

Con cada uno de los cuentos que conforman el libro, Munguía presenta al lector diferentes visiones sobre el amor, la soledad, la muerte repentina. Se centra sobre todo en los disfraces que adquiere el amor y todos los planos en que se mueve: lo sexual, lo sentimental, la sexualidad etc. Nos encontramos al anciano que todavía necesita amar en lo carnal (Amor de emergencia), encontramos también las fantasías sexuales y su necesidad de realizarlas o bien la impotencia de no controlar los sueños en las que aparecen (Circo porno, Buen Hombre). Observamos el problema del maltrato y los deseos de cambio de una mujer que sabe sin querer creerselo que su hombre va a cambiar (Renuncias). Están también los niños que descubren la pornografía y no saben, hasta que lo descubren de malas maneras, que existe un límite el cual es mejor no pasar (Niñas). Hay veces que el amor no solo es ganarse a la persona en cuestión, sobre todo si hay hijos de por medio (El duelo, cómo me ha gustado éste cuento), y también hay veces en que el amor pasa del plano físico y los defectos se transforman en cosas preciosas, nuestra mente nos juega una buena pasada y lo feo es bello, ¿por qué no? (Cuerpos), o en que los defectos de personalidad no son sino pequeñas imperfecciones al igual que si fueran pequeñas rayaduras en mesas de cristal, con las que se vive y que no tienen por qué suponer ningún obstáculo (Buenos Modales). En los disfraces del amor tampoco puede faltar la-típica-ex que trata de hacer todo lo posible por arruinar las nuevas relaciones de su antiguo-todavía amado (o ya es únicamente obsesión), aún cuando los medios puedan ser los más burdos y se recurran a las mayores bajezas y a los instintos más bajos, no por ello avergonzantes, del ser humano (Soborno). García Márquez no podía faltar, su inspiración también está presente, sobre todo cuando hablamos del amor más sexual y menos común, donde la diferencia edad es un factor que está presente, como lo está el incesto (El consumo de arte, Enamorada, Amor de emergencia). El amor no correspondido (Susan), el amor no conocido (Pudor) y el amor homosexual (Amor primero) son tres piezas clave añadidas al puzzle que construye con cada cuento este escritor. Munguía nos cuenta también de lo que no conocemos de nuestra otra persona, como las cosas que nunca haría delante nuestra (Secreto), o sobre las dudas sobre si nuestra pareja nos engaña (Reconquista). No podía tampoco faltar una de las típicas visiones: el miedo al rechazo (Nariz), y la necesidad de ponerse una máscara para ser otra persona ante la otra persona (Mascarada).

Entre todo esto, intercala el drama de la muerte, su inminencia y en ocasiones crueldad, las constantes reflexiones sobre por qué a mí (Acecho), y un relato en el que los propósitos más sinceros y bonitos en el momento de ser formulados, se esfuman con el paso del tiempo sin que nos paremos un momento a echar la vista a atrás (Luchy). Bastantes cuentos más componen este libro, pero sería pesado para quien lea esto que yo desgranara cada uno de ellos, porque lo que importa es el conjunto. Aún cuando reflexiona sobre varias cosas, el tema principal son las relaciones amorosas, y todas las variaciones que existen en este mundo que vivimos. Munguía abre una galería inmensa donde de la palabra amor se pueden sacar mil historias, mil vivencias, todas muy reales, lo que hace mucho más creíble el libro. No se está inventando nada, todo esto sucede en el mundo real, y utiliza a sus personajes a modo de marionetas para escenificar las situaciones que él quiere que veamos. Lo importante no es el quién, sino el qué.

La narrativa de Javier Munguía es ágil y amena. Tiene esa frescura de los nuevos escritores que nada tienen que perder. No cae en la tan atrayente tentación y fácil recurso de escribir con giros imposibles e incomprensibles y florituras superficiales a las que recurren muchos autores y que sólo hacen enmarañar lo que escriben. Es directo, fácil de leer, consecuencia positiva porque así puede conseguir llegar al lector más inexperto, pero no por ello es narrativa carente de calidad, ni mucho menos. Sabe encontrar las palabras, las frases y los párrafos más idóneos en cada momento para dotar a sus relatos de credibilidad, calidad y enganche con el lector, que al fin y al cabo es lo que importa, enganchar al lector. Esto es de su forma de escribir en general. Pero de este libro saco además otra muy buena conclusión; la mayoría de los cuentos que aparecen son de dos, tres o cuatro páginas, y ha conseguido, cosa que no es fácil, compactar y desarrollar esas visiones en tan pocas líneas. Y no es cosa fácil, ya digo, se necesita mucha habilidad para que después de que el relato haya durado tan poco se tenga la sensación de que se ha leído algo, y no de haber pasado simplemente unas cuantas líneas sin sentido. Munguía consigue que esas líneas, aunque hayan sido pocas, tengan sentido, y cumplan la función que tienen que cumplir en este gran libro: ser una máscara más en este desfile de máscaras que es Mascarada.

06 agosto 2007

La vida tras la posguerra, La Colmena

Terminé hoy de leer La Colmena, una de las novelas más conocidas del ya fallecido Camilo José Cela. Mas de doscientos personajes confluyen en un Madrid que acaba de salir de la posguerra, y Cela, mediante su día a día, nos muestra como es esa vida, diferente para cada uno de estos personajes. Nos muestra sus sueños, inquietudes, el estraperlo y los chanchullos, las costumbres de la época y los clichés en los que la sociedad se sigue moviendo.

Son muchos los personajes, algunos tienen un mayor protagonismo, y a modo de párrafos que en su mayoría son cortos, Cela salta de una historia a otra, y no sólo cuenta las vidas, sino que poco a poco vamos descubriendo que muchas de esas historias, y muchos de esos personajes, tienen conexiones familiares, sentimentales o simplemente laborales y comerciales. Nos encontramos ante la mujer de vida fácil, los novios enamorados, las queridas y las esposas y maridos machistas, ante la vida en un café donde la gente espera a que pase el día lo más rápido posbile. También está el poeta sin trabajo, la casa de citas y su "madame", los matrimonios monótonos, el sereno, dos chicos enamorados. En todos ellos vemos sus sueños, cada uno tiene algo que nos interesa, cada escena puede versar sobre el nuevo futuro marido de mi hija, o sobre si mi marido tiene un buen trabajo en el ministerio, o sobre no tengo dinero ni para tomarme el cafetito. La variedad brilla por su presencia.

El Madrid de la época es a veces sombrío y asfixiante, a veces bonito y soleado. Sus calles resultan tristes, tranquilas, alegres, agónicas. Es un Madrid donde cada uno sobrelleva como puede la posguerra y sus problemas personales. La narrativa de Cela, su forma de escribir, es lo que más me ha gustado. Es ágil, engancha al lector y lo implica en las escenas que estamos contemplando. Es un narrador que necesita de nuestro compromiso para que entendamos lo que estamos leyendo. Quizá su lectura se me ha hecho bastante agónica en algunas partes; la ausencia de una historia establecida, con argumento, principio y fin, me ha hecho sudar la gota gorda en algunos momentos a la espera de un poco de continuidad. Pero también entiendo que esta novela, aunque es ficción, el marco histórico en el que se encuadra es muy real, y que tenía que ser así, había que saltar de un personaje a otro para ver todos los planos en los que se movía la sociedad de la época. Sin duda, repetiré con Cela, me ha gustado su agilidad en la narración.

Sobre el llanto y la autobiografía personal



Elijo para esta nota Everybody Hurts y Losing my religion, del grupo R.E.M. Quizás porque hacen un poco el resumen de la historia de mi vida en muchos aspectos. Todo el mundo lastima, es cierto, y tengo que deshacerme de mis creencias, más cierto que lo anterior, si cabe. Elegid la que queráis para leer esto. Pero por favor, poned en marcha alguna de las dos.

Me gustaría saber lo que es llorar. Para otras personas podría ser un castigo, pero para mí sería una bendición, una manera de catapultar de mi cuerpo la impotencia, la angustia y la desesperación, la rabia contenida. Quizás esto sea porque se pueden contar con los dedos de una mano las veces que lo he hecho desde que tengo uso de razón, qué se yo. Es difícil, si no te sucede también, imaginarse lo que es querer llorar y no poder, que las lágrimas no salgan. Hay gente para quien el llorar es algo automático, casi impensable sería que no sucediera. Para mí es un acto prohibido por el consciente a veces y en mayor número de veces por el subconsciente, mejor dicho, casi en su mayoría, los cuales ponen un muro de contención a su salida, creando un embalse mental contra el cual he luchado siempre. Y me sorprendo de estar saliendo adelante con todo esto, de no haberme derrumbado todavía, y por eso también me tengo que sentir orgulloso, pero yo, necesito llorar. Cuántas veces he querido llorar, y cuántas veces lo he necesitado...; y de verdad que quiero, y de verdad que lo he intentado por todos los medios, pero nada. Necesito una fórmula para hacerlo, y necesito encontrala ya.


structured emotions - cry (Von Hague M)


Los cambios han condicionado mi vida, eso es innegable. Después de batallar todo lo que he batallado y batallo desde que he nacido, de haberme adaptado a todo por el mero hecho de buscar una felicidad que todavía no ha llegado, o por lo menos la estabilidad que anhelo, busco empezar una nueva vida y un Hotel Existencia para creerme dueño de mis actos, porque es muy duro ser una persona de ideas claras, de principios establecidos, y tener que adaptarlos a las circunstancias, a los cambios, a los jodidos cambios externos sobre los que tú no tienes ni un ápice de control, porque si tuviera ese ápice... en fin, otro gallo cantaría. Me niego a la adaptación, ya está bien de tanta tontería; me niego también a pensar que la felicidad son momentos, yo quiero demostrar que eso no es así, o que por lo menos no es tan efímera como mucha gente piensa. Después de tanta lucha, de tanta adaptación, es como si hubiera finalizado una guerra que sé que he perdido. Ahora estoy cansado, sin fuerzas, tengo que lamerme las heridas y recuperarme. Ahora estoy tranquilo, sí, cansado, pero tranquilo, estabilizado. Me he propuesto no adaptarme, hacer yo los cambios, y es lo que pienso hacer. Pero para terminarme de recuperar es fundamental que las lágrimas surjan, que limpien y purguen más de veinte años de luchas internas y externas. A partir de ahí es cuando podré comenzar de cero. Tengo claro, más o menos, como quiero que sea ese comienzo, y aunque como ya comenté en "Starting a new life?", no podrá ser inmediatamente, porque también tengo que ser coherente y consciente de que todo necesita su tiempo y forzarlo sería estúpido y perjudicial para mí. Pero fijaré YO la fecha del comienzo, no sé si la nueva etapa será mejor, pero estoy seguro de que no quiero seguir en la etapa actual, ya no tengo nada que ofrecer ni nada que recibir. Así que si alguien tiene la fórmula para la purga fisiológica con repercusiones psicológicas por medio del llanto, que me avise. Una buena purga, sí, la pena ya no existe, pero la purga es necesaria