Holden Caulfield, visión crítica de un adolescente
A Holden Caulfield, protagonista del libro de J.D.Salinger, El Guardián entre el Centeno, lo acaban de echar de nuevo de otro colegio. Esta vez ese colegio es Pencey, uno de tantos, y es a partir de este punto en donde este chico de dieciséis años comienza narrándonos su aventura. Cansado de todo y de tener que esperar tres interminables días hasta poder irse de nuevo a su casa después de la expulsión, en Nueva York, Holden decide vivir esos días en un completo estado de independencia, hasta que llegue el día de volver con sus padres y de que éstos se enteren que de nuevo el niño les ha dado otro disgusto.
A través de las innuberables historias que vivimos en ese tiempo, el chico nos adentra en un mundo en el que desgrana la hipocresía de la sociedad, las normas sociales que imperan en ella y lo bajo y triste que puede llegar a ser el ser humano. Nos hace ver un mundo en donde los clichés son imprescindibles y la gente tiene que tener bien definidos sus roles sociales para poder sobrevivir. Holden no quiere eso, no le gustan esas normas y tampoco las falsedades, necesita sentir el afecto verdadero y la sinceridad. El problema es que todo este mundo se junta con su edad, con su mundo adolescente. Además, él es un chico imprevisible, repelente por momentos y que por costumbre ha tomado el burlarse de la gente y tomarle el pelo cuando le apetece, lo que, lógicamente, le trae mucho problemas. Lo hace porque quiere, no ve ningún impedimento en ese momento, pero cuando las consecuencias se presentan, es cuando se deprime y cuando ve que todo esto no va a ninguna parte. De ahí su estado ciclotímico, su variabilidad entre la felicidad y la tristeza, y de ahí que no encuentre un motivo de estabilidad y vaya dando tumbos sin saber qué hacer. Tiene claras muchas cosas, que no le gusta el cine, ni la falsedad, que quiere mucho a sus hermanos, incluido Allie, su hermano muerto al que recuerda constantemente, y que no le gusta, en el fondo, decepcionar a sus padres. Pero la balanza no está equilibrada, y pesa más su desconcierto y su forma de actuar como si fuera una veleta. Con todo esto, Holden salta de una peripecia a otra y de un problema a otro. Final, realmente no hay, no sabemos realmente qué sucederá con él, simplemente nos cuenta su vida de unos días, a recomendación de su psiquiatra. Quién sabe que fue de él.
Quizá lo que más me haya gustado ha sido la visión de Holden, porque el argumento es una simple tela de fondo para que el chico nos de su visión crítica. La visión crítica de un adolescente que está empeñado en disgregar las personalidades de la gente, sacando lo bueno y lo malo para que veamos qué podemos llegar a ser y como podemos comportarnos según nuestros estados de ánimo, nuestras virtudes y defectos o simplemente, nuestras animadversiones/afectos hacia según qué personas. Tengo que reconocer que sus ¡Jo!, y el continuo uso del Como iba diciendo en todas sus vertientes, me ha exasperado un poco. En resumen, es una novela que se deja leer, interesante y a ratos muy divertida, pero que hay que leerla, en mi opinión, cuando se es adolescente y vives en igualdad de edades las historias de Holden. Ése no ha sido mi caso, pero de todas formas, me ha gustado leerla.
A través de las innuberables historias que vivimos en ese tiempo, el chico nos adentra en un mundo en el que desgrana la hipocresía de la sociedad, las normas sociales que imperan en ella y lo bajo y triste que puede llegar a ser el ser humano. Nos hace ver un mundo en donde los clichés son imprescindibles y la gente tiene que tener bien definidos sus roles sociales para poder sobrevivir. Holden no quiere eso, no le gustan esas normas y tampoco las falsedades, necesita sentir el afecto verdadero y la sinceridad. El problema es que todo este mundo se junta con su edad, con su mundo adolescente. Además, él es un chico imprevisible, repelente por momentos y que por costumbre ha tomado el burlarse de la gente y tomarle el pelo cuando le apetece, lo que, lógicamente, le trae mucho problemas. Lo hace porque quiere, no ve ningún impedimento en ese momento, pero cuando las consecuencias se presentan, es cuando se deprime y cuando ve que todo esto no va a ninguna parte. De ahí su estado ciclotímico, su variabilidad entre la felicidad y la tristeza, y de ahí que no encuentre un motivo de estabilidad y vaya dando tumbos sin saber qué hacer. Tiene claras muchas cosas, que no le gusta el cine, ni la falsedad, que quiere mucho a sus hermanos, incluido Allie, su hermano muerto al que recuerda constantemente, y que no le gusta, en el fondo, decepcionar a sus padres. Pero la balanza no está equilibrada, y pesa más su desconcierto y su forma de actuar como si fuera una veleta. Con todo esto, Holden salta de una peripecia a otra y de un problema a otro. Final, realmente no hay, no sabemos realmente qué sucederá con él, simplemente nos cuenta su vida de unos días, a recomendación de su psiquiatra. Quién sabe que fue de él.
Quizá lo que más me haya gustado ha sido la visión de Holden, porque el argumento es una simple tela de fondo para que el chico nos de su visión crítica. La visión crítica de un adolescente que está empeñado en disgregar las personalidades de la gente, sacando lo bueno y lo malo para que veamos qué podemos llegar a ser y como podemos comportarnos según nuestros estados de ánimo, nuestras virtudes y defectos o simplemente, nuestras animadversiones/afectos hacia según qué personas. Tengo que reconocer que sus ¡Jo!, y el continuo uso del Como iba diciendo en todas sus vertientes, me ha exasperado un poco. En resumen, es una novela que se deja leer, interesante y a ratos muy divertida, pero que hay que leerla, en mi opinión, cuando se es adolescente y vives en igualdad de edades las historias de Holden. Ése no ha sido mi caso, pero de todas formas, me ha gustado leerla.
3 Comments:
Jo!, a mi también me ponían de los nervios. ERa incansabla la utilización de la coletilla, que entendemos que era para hacer el lenguaje del chico más propio de su edad, pero con cinco o seis jo menos también habría resultado.
Estoy de acuerdo contigo que es un libro para leer sino en la adolescencia, quizás a los 18; ya que no es como el principito, un cuento de niños para adultos.
Muy bueno el comentario.
A mí me pasó exactamente lo mismo. Lo leí hará un par de años y, si bien lo considero muy interesante y hay momentos donde me reí mucho, el lenguaje coloquial lo hace algo cargante. Además, por razones de edad no me sentí cercana al protagonista y su discurso me resultó bastante indiferente. Y eso que es definido por artistas como su libro de cabecera o su biblia. Debe ser que estoy en otra onda.
Besos.
Hilvanes:
Muchas gracias por decir que es bueno el comentario. Al final que lo voy a creer jejejeje.
Sirenita:
A mí Holden me ha caído mal. Una cosa es ser adolescente y otra cosa es ser como es él. Demasiado repelente, demasiado tocar las narices al personal. Su visión crítica es lo mejor. Creo que Salinger se pasó con el lenguaje coloquial, como tú dices, acaba resultando muy cargante. Un beso
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