19 octubre 2007

Cuando la peste asola una ciudad...

Paremos un momento a pensar en la ciudad donde vivimos. Pongamos por caso que una epidemia aparece allí, y que la ciudad se ve cerrada, nadie puede entrar, pero tampoco puede nadie salir. Esto es lo que Albert Camus plantea en su novela "La Peste", un magnífico relato sobre el comienzo, desarrollo y final de un estado total de cuarentena que sufre una ciudad a causa de la peste.

Camus nos adentra, nos mete directamente en el mundo de un pueblo tranquilo, Orán, donde no pasa nada especialmente trascendental, tanto para lo bueno como para lo malo. Sus ciudadanos ven la vida pasar, se incorporan a ella como cualquiera de nosotros haríamos. Pero la peste llega, y las cosas cambian. El pueblo se sume en un estado de letargo que va en aumento según van en aumento las muertes, se pasa de las esperanzas iniciales a que todo terminará pronto a un estado de dejadez en la que nadie se plantea ni por asomo que la cosa vaya a acabar.

Conforme vamos avanzando en el libro a medida que van avanzando los días, los meses, y las muertes, por supuesto, asistimos a los cambios de hábitos a los que los habitantes de Orán se tienen que adaptar. Las provisiones empiezan a escasear, el servicio de teléfono está restringido, los cementerios no dan para más. Todo esto lo ve el doctor Rieux desde su no sé si privilegiada posición de médico, viendo las agonías diarias de los afectados, las triquiñuelas varias para conseguir comida, gasolina, o simplemente poder escapar de allí. Los sentimientos además se magnifican, quien tiene alguien a quien ama fuera de las puertas de la ciudad empieza a extrañar y a magnificar su amor hacia esa persona de una manera sobrecogedora, como si realmente esa persona hubiera muerto, esa sensación de saber que nunca podrás volver a ver a ese ser al que tanto has querido, remordimientos aparecen sobre sí debería haberle demostrado más de lo que hice antes de que todo esto empezara....

Poco más puedo contar de la novela, decir está magníficamente escrita y que asistir a ese proceso de transformación de una sociedad entera a causa de una enfermedad ha sido un lujo. Me gusta que no haya acudido a los comentarios metafísicos tan fácilmente recurribles a los que muchos escritores hubieran echado mano. Simplemente Camus, en mi opinión, quiere que nos sentemos y vemos lo que sucede, las reflexiones ya las pondrá la persona si quiere.