19 octubre 2007

Compartí Intimidad con Hilvanes

Siempre es agradable hacer una lectura compartida, saber de manera fehaciente que una persona en el mismo plano espacial y temporal está leyendo lo mismo que tú. Eso nos decidimos hacer Hilvanes y yo en septiembre, y cumplimos lo prometido. Nos decidimos por Intimidad de Hanif Kureishi, un escritor al que yo tenía muchas ganas de leer.

Kureishi en esta corta novela nos abre hacia un mundo familiar donde Jay, un hombre con éxito en su trabajo, una mujer y dos hijos a los que adora. Tiene todo lo que un hombre puede anhelar, una estabilidad a la que a muchos le gustaría llegar. Pero él no es feliz, ha dejado de sentir amor por su mujer e intenta encontrarle un sentido a su vida, pero no lo consigue, y es por ello por lo que toma la decisión drástica de dejarlo todo, abandonar a su familia y empezar de cero. Es a partir de la noche anterior a su partida donde Kureshi nos empieza a tejer una serie de reflexiones sobre lo qué va a hacer y el por qué.

¿Por qué el amor se acaba? ¿Por qué lo que un día se emprendió como un camino para toda la vida ahora ya tiene un futuro tan incierto? Esto se pregunta Jay, no deja de justificar lo que va a hacer. Él es consciente perfectamente de que va a ser algo que va a traer consecuencias, de que va a ser odiado, y por ello, intenta hacer mediante su monólogo interior una repaso de las razones y los motivos por los que va a abandonar todo lo que tiene. Su mujer ya no le causa el amor que antes causaba, ahora la ve como un ser extraño a la que tiene que besar y demostrar cariño, y él no puede con ello. Todo se ha convertido en un tormento, y ni el haber tenido un amante le hace ver más llevadera su vida. Se enamora de su amante, siente lo que sentía en su época por su mujer, pero la amante se va también. Y él se ve de nuevo absolutamente solo, necesita encontrar una nueva razón para seguir adelante, aunque no sea en esa casa.

El libro, en líneas generales, se deja leer, y las reflexiones que sobre la mesa nos pone Kureishi son acertadas y emotivas, pero el libro no da para mucho. Todas estas reflexiones, vistas después de haber terminado la lectura, se quedan en que todas dicen lo mismo aunque tengan palabras distintas, y eso nunca es bueno. No varía en sus justificaciones, porque todas ellas acaban siendo olvidadas por ser tan repetitivas.

Me esperaba mucho más de Kureishi, desgraciadamente.