21 febrero 2006

i eres a estrela que brila, i eres o vento que zoa.

Hace unas dos semanas ví Mar Adentro (desde que estuve viéndola en el cine allá por septiembre de 2004, si mi memoria no me falla), la película de Alejandro Amenábar que relata la historia de Ramón Sampedro, un tetrapléjico que reclamaba la práctica de la eutanasia. Amenábar se reafirmó de nuevo como un gran cineasta (su primera película, "Tesis" es de mis cintas favoritas), y la interpretación de todos los actores y actrices es increíble. Me gustaron especialmente las de Lola Dueñas y Bardem.

Y qué decir de la BSO. Es impresionante, y creo que fué muy acertado elegir como tema principal el poema Negra Sombra de Rosalía de Castro (junto con Becquer es lo que más me gusta en poesía), y más acertado todavía elegir a Luz Casal y a Carlos Nuñez para interpretarla; no podría haber sido de otra manera.

Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.





Realmente, todo esto era una excusa para hacer una pregunta abierta a quién lea esta blog:

¿Realmente podemos nosotros ser capaces de decidir por otra persona lo que es mejor para ella e interferir en sus decisión?


Soy totalmente partidario de la eutanasia activa (la pasiva ya está permitida en nuestro país), y creo que con una serie de pautas y un poco de control podría ser totalmente aplicable. Por otra parte, si te paras a pensar: si la eutanasia hubiera estado legalizada en esa época no habría habido lucha por parte de Ramón, y esta gran historia no podría haber sido llevada al cine, ni hubiera visto a la luz el libro de poemas de Sampedro, "Cartas desde el infierno". En fin, la vida es una gran contradicción.

Pensemos sobre la pregunta abierta, pensemos....

IBSN: yo ya tengo el mío, ¿y tú?


Mi IBSN



Me enteré por el Jio de todo este tinglao del IBSN (Internet Blog Serial Number) los primeros días que se empezó a crear. La dejadez hizo que fuera retrasando este conseguir código de identificación de mi blog, y ayer en un ratito lo hice. Si queréis conseguir el vuestro, este link es al que teneis que acudir.

20 febrero 2006

El Grito (Edvard Munch)


El Grito (Evard Munch)



"Caminaba yo con dos amigos por la carretera, entonces se puso el sol; de repente, el cielo se volvió rojo como la sangre. me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado. lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo negro azulado. Mis amigos siguieron caminando, mientras yo me quedaba atrás temblando de miedo, y sentí el grito enorme, infinito, de la naturaleza".


Así relató Edvard Munch la experiencia que le impulsó a crear esta gran obra. Escalofriante, ¿verdad?. Fué este cuadro el primero que conocí de Munch, y conforme he ido viendo cuadros suyos, me he ido gustando más, esa forma tan desdibujada de dibujar los contornos en muchas de sus obras, pero a la vez tanta capacidad para la definición de esos mismos contornos convierten muchos de sus cuadros en un regalo para la vista.

Este cuadro es especialmente inquietante, una figura reducida a la mínima expresión facial, pero que refleja tan bien el terror. Da la impresión como si en una película de miedo hubiera una escena exactamente igual, la cual empezaría por un primer plano de la cara, y se fuera alejando, poco a poco, hasta dar lugar a un plano alejado, el cual se iría tornando en los detalles más sencillos combinados con los colores más "sanguinolentos", para que finalmente apareciera un cuadro que reflejara uno de los mecanismos más empleados por el ser humano: El Grito.

Este sábado, en la edición de Milenio 3, un muy buen programa de la Cadenar Ser, liderado por Iker Jiménez, se estuvo justamente comentando este cuadro y resumiendo un poco lo que fué la vida de Munch, y ha sido una de las razones que me ha impulsado a colgarlo, idea que ya me rondaba desde hace bastante tiempo en la cabeza. En este link dejo una página con la biografía de Munch.

Esperemos que esta gran obra, que fué robada en 2004, sea encontrada.

08 febrero 2006

Los recortes del Presi

Pues nada, que ahora el señor Bush decide hacer recortes en las políticas sociales y le sube el sueldo a la Defensa. Si es que es un crack, más subvenciones al ejército y menos programas médicos. ¿Quién necesita programas sociales y médicos teniendo ejércitos? En fin... pinchar aquí si queréis enteraros mejor

05 febrero 2006

Quinn, lo dejas todo por ser Paul Auster, ¿por qué? - Ciudad de cristal

Termino ayer de leer la primera parte de la Trilogía de Nueva York, Ciudad de Cristal. Otro gran acierto de Auster este libro; aunque ya conozca su manera de escribir, sus auto-conversaciones metafísicas, me sigue sorprendiendo. Nuevos giros impredecibles, conexiones extrañas y manejos pecualiares de los personajes he descubierto en lo que llevo de libro, y aunque arriba haya dicho que Auster me sigue sorprendiendo, entro en contradicción y me doy cuenta de que no me sorprende tanto que Auster me sorprenda. Conociéndole, todo es posible.

En este primer cuento de los tres que componen el libro, el escritor Daniel Quinn, el cual perdió hace unos años en accidente de avión (qué casualidad, como en "El libro de las ilusiones")a su hijo y a su mujer, y que lleva un tiempo escribiendo libros de detectives bajo un pseudónimo, conservando al 100% su anonimato, recibe una llamada extraña: preguntan por Paul Auster, sí, el detective. Decide, tras unas cuantas llamadas por parte del interlocutor, adoptar la identidad de Auster, el detective. Así se ve envuelto en un caso extraño detectivesco. Y ahora es cuando me hago una pregunta, ¿cómo le confundieron con el detective que él no era? ¿Hubo un cruce de líneas? No sé si tras leer los dos cuentos siguientes del libro descubriré la verdadera razón. Además... ¿por qué decidió aceptar el caso y adoptar otra identidad? ¿Qué razón le movió? Preguntas abiertas son éstas a las que espero encontrar respuesta al finalizar la Trilogía al completo.

La historia se desarrolla como una mezcla bien licuada de género policíaco y esas auto-convesaciones con tintes metafísicos de las que hablaba antes, justo como él sabe.

A partir de aquí, mejor no leer si no queréis que os fastidie el libro. Finalmente, Quinn ya no es Quinn, se ha convertido de una manera completa e irreversible en Paul Auster, el detective, tomando sus notas en ese cuaderno rojo (cuaderno azul en la Noche del Oráculo, sigue demostrando que hay elementos comunes que nunca cambian, cosa que no es mala). Pero la historia no sale como él esperaba, y se pregunta si ha merecido la pena hacer todo esto. Entonces es cuando el narrador discierne:

Era el destino, entonces. Pensara lo que pensara, por mucho que deseara que fuese diferente, no podía hacer nada al respecto. Había dicho que sí a una proposición y ahora era impotente para deshacer ese sí. Lo cual significaba una sola cosa: tenía que seguir hasta el final. No podía haber dos respuestas. Era esto o aquello. Y era así, tanto si le gustaba como si no.


Es en ese momento en el que Quinn decide lo que tiene que hacer. Meses se pasa mirando desde un callejón el edificio de su cliente, vigilándole en silencio por su seguridad, casi sin comer, quedándose su dinero, olvidándose de su aseo, olvidándose realmente de quién era él, mirando y mirando un edificio de Nueva York, como pudiera ser éste:


typisch new york (Annet Richter)



¿Y todo para qué? Tarde Quinn, muy tarde te enteraste de que la persona que acechaba a tú cliente se había suicidado. Y ahora no sabes ni donde está ese cliente tuyo, ni te has enterado de que han realquilado el piso en donde vivías. ¿Lo dejaste todo por ser Paul Auster? ¿Por qué? Si ni siquiera sabes si esta historia ha sido real.

El final, sin duda, me ha proporcionado una buena dosis de buenas sensaciones, valga la redundancia. Era algo que a Auster le fallaba, eso de escribir finales le costaba, en libros como La Noche del Oráculo se veía como no sabía darle el finiquito ideal a las historias. Pero en Ciudad de Cristal, esa profecía no se cumple. Ha sabido dotar a la finalización de la historia de un giro impredecible: la de un amigo de Paul Auster (el personaje del libro), al que éste le da el cuaderno rojo de Quinn, y de donde saca la historia. Y ahora va otra autopregunta, ¿Qué le sucede al final de Daniel Quinn?.

Me parece, además, impresionante la idea de meter en la historia a un personaje que se llama igual que él, Paul Auster. ¿Querrá eso decir algo? ¿Lo descubriré en los dos relatos siguientes? Y lo más importante, ¿no estáis ya hartos de mis autopreguntas?

Gran primer cuento y gran final que demuestra que Paul Auster SÍ sabe escribir finales buenos. Esperemos que las dos siguientes partes, "Fantasmas" y "La habitación cerrada", sigan la buena racha de buena literatura que desprende este escritor con cada uno de sus libros.

01 febrero 2006

Paredes que se ensucian... Cambios y más cambios

Se sentó en el cuarto de estar y miró las paredes. Recordó que habían sido blancas, pero ahora habían adquirido una curiosa tonaliad amarilla. Quizá se irían ensuciando aún más, poniéndose grises, o incluso marrones, como una pieza de fruta tocada. Una pared blanca se convierte en una pared amarilla que luego se convierte en una pared gris, se dijo. La pintura se gasta, la ciudad invade con su hollín, el yeso se desmorona. Cambios y más cambios. (Ciudad de cristal, primer cuento de "La trilogía de Nueva York" - Paul Auster)



The Wall (Marcin Bleszynski)



Hace poco una persona me dijo: "Mi vida es un compendio de decisiones equivocadas". Tengo que reconocer que esa frase me impactó, me pareció muy inteligente resumir con tan pocas palabras algo que seguramente nosotros nos hemos dicho a nosotros mismos alguna vez, porque en muchas ocasiones nuestras decisiones no son las acertadas, y eso, lo queramos o no, provocan cambios, que muchas veces son para bien, pero otras veces son para mal.

Y ahí es donde radica el enlace con este texto. Al leer este párrafo del primer y genial cuento de La trilogía de Nueva York, me dí cuenta de la conexión entre lo que me dijo esa persona y lo que me quería decir Auster en estas líneas. Todo se complementa, todo va unido, aunque también va separado.

Nuestra vida, además de ser un compendio de decisiones equivocadas, está sujeta a unas.. llamémoslas "consecuencias últimas": los cambios. Cambios y más cambios, son los que hacen que nuestra vida tome unos derroteros u otros, y éstos estan provocados por compendios de decisiones, tanto equivocadas como acertadas. Por mucho que queramos, nos tenemos que adaptar a ellos, no nos dan otra oportunidad. Pero también nos hacen madurar, reflexionar y pensar, son los que al fin y al cabo nos dan la vida. Porque si no existieran los cambios, no existiría nada, porque no habría nada a lo que adaptarse, ni a lo que enfrentarse para poder seguir adelante...