07 mayo 2006

Vamos a ver..

No soy Aldebarán o Alde (ya sabes que yo te llamo por el nombre entero) sino Angéline, soy como la ayuda en carretera y él me ha pedido que explique por qué no escribe últimamente. Resulta que un día salió de casa temprano camino de la facultad y de pronto se hizo de noche pero no porque hubiera un tormentón sobre Madrid sino porque una nave espacial bajaba a recabar información sobre este extraño planeta que.. no. Eso fue lo que le pasó al Marcos. Ay. Ya. Pues eso, que un día salió Aldebarán de la facultad con los apuntes que llevaba fotocopiando toda la mañana bajo el brazo y cuando dio la vuelta a la esquina se encontró de frente con un viento terrible, el pelo le tapó los ojos (para quien no le conoce, el chico tiene una melena por media espalda), soltó la carpeta y las hojas se escaparon volando, todo el inmenso curro de aquella mañana hacía volteretas por el aire, se pegaba a las farolas, a las fachadas de las casas, a la cara de una señora con rulos que colgaba la ropa por la ventana.. en fin, todavía está recogiendo las hojas porque ya devolvió los originales y no hay manera de pedirlos otra vez sin quedar mal. ¿Qué no hay dos sin tres? A ver..

Aldebarán recibió una llamada extraña. Alguien le citaba a las ocho y media a la puerta de la FNAC de Callao, diciendo que era un asunto de suma importancia. Al principio pensó en no ir pero, en fin, siente debilidad por esa puerta y allá se fue. El desconocido llevaría en la mano un libro de Paul Auster y se describió como “alto y calvo”. A la hora indicada no había nadie más que una anciana vendiendo castañas y un tipo extraño haciendo contorsiones al que se llevó la policía detenido porque el espectáculo terminó en un striptease. A punto de irse escuchó un siseo, alguien le llamaba desde la zapatería de enfrente. Un tipo alto y totalmente calvo le hacía señas para que se acercara. Sacó de una bolsa el libro de Paul Auster (Brooklyn Foolies) y en ese momento alguien le disparó en una pierna.. ¡Corten! ¡Vaya!, ¿pero qué pasa ahora, tampoco vale? ¿que piense en otra cosa? A ver..

Realmente Aldebarán no puede escribir porque está muy ocupado. En este tiempo que lleva estudiando ha aprendido a dar unos masajes digamos que de mano de santo. Primero se los dio casualmente a la prima de la novia de un amigo y la voz se fue pasando, comenzó a recibir llamadas a todas horas y está que no para. Que si facultad, trabajo, los masajes, también pasea perros porque lo pagan estupendo, lo malo es que la dueña de los perros quiere que los lleve a todos juntos para poder irse tranquila al bingo y claro, son veintisiete y ladran y cagan todos a un tiempo. Pero Aldebarán lo lleva fenomenal, es una máquina en su trabajo y claro, las pelas vienen bien pero ¿cuándo va a poder escribir en la blog? Si es que encima la dueña de los perros se lo ha dicho a sus amigas y también le llaman ellas, y es que es un buenazo y le revienta decir que no.

Pero está estudiando mucho y haciendo las prácticas en un hospital. Allí precisamente fue donde conoció a Manolo Cañizal, alias el gancho, un boxeador retirado que ahora prepara a la cantera del ring ¿he dicho que Aldebarán también iba a boxeo? En realidad le gusta más el kickboxing pero Manolo le ha dicho que todo es empezar y primero unas nociones de esto y aquello y después ya de lleno a.. pues eso. Que está muy ocupado y que en lo que pueda dejar a los perros sin que le echen de menos, compaginar los masajes (por dios no le pidan más citas que tiene ya para los próximos diez años) con las prácticas en el hospital, las clases y la búsqueda de las hojas (alguna llegó aquí a Coruña pero Aldebarán no te preocupes, yo te escaneo todo y ni te muevas de ahí), un día cualquiera se va a sentar al ordenador y madre mía lo que va a salir de esa cabeza que tiene tanto que contar. Paciencia, eso es lo que hay que tener. Si es lo que yo digo, en esta vida, paciencia. Y una primitiva, que tampoco vendría mal.