27 julio 2007

EL CUADERNO HOLANDÉS. Entrega 5. 2ª Parte (Nijmegen, las fotos que yo hice)

Aunque con retraso y después de mucho meses, lo prometido es deuda. Aquí está la segunda parte de la quinta entrega de El Cuaderno Holandés, como ya dije, con algunas de las fotos que tomé, y con alguna anécdota/historia que otra.




Esta foto no tiene mucha historia. Vi, llegué, vencí. Es decir, estábamos dando un paseo por el pueblo, y me gustó ver un molino en medio de la ciudad, asi que tomé la foto. Bonito, ¿eh?. Si hay algo que me gustaba especialmente de los molinos era la imponencia de sus aspas. En serio, quién no los haya visto en directo, no puede ni imaginárselo. El edificio en sí era impresionante, pero las aspas.... te dejaban atónito. De mayor quiero un molino para mí, decidido.


Calle céntrica. Nijmegen
¡Ay! Cuántas veces pude recorrer esta calle peatonal y comercial. Era una de las principales de Nijmegen. Aquí se encontraba un Burguer King, centros comerciales, tiendas de todo tipo. Era una maravilla dar un paseo por esta calle, ya fuera mañana, tarde o noche, una calle enteramente peatonalizada. Tengo muy buenos recuerdos de este lugar en concreto, fotos con la gente, sólo, en donde los españolitos de dieciséis años que estuvimos allí mostrábamos felicidad por la experiencia que estábamos viviendo. También recuerdo a un hombre que tocaba a la puerta de un supermercado con su guitarra española; pues con las mismas, un compañero le pidió la guitarra y empezó a tocar una canción de Estopa, y todos le seguimos con la voz. Era la canción de "acelera un poco más, porque me quedo tonto y vamos muy lento...". Nunca me ha gustado mucho ese grupo, y aunque pueda parecer un poco patético, en ese momento, por la tarde y con la calle abarrotada, unirnos todos para cantar la canción... fue especial, la canción era lo de menos. Ahora ya, después de muchos años, mantengo contacto con muy pocas de esas personas, pero ese momento estuvo chulo, y eso es lo que importa.


El río Waal
El río Waal, el cual es un brazo del río Rhin, que seguro que os suena.... Inmenso, caudaloso, se respiraba aire puro en toda la ciudad gracias a su existencia. Ya lo conté en la primera parte de la entrega, de no ser por el edificio de dos pisos que tenía en frente de mi ventana, maldita casualidad, podría verse directamente. Recuerdo muchas cosas en este lugar también. La primera noche, cuando llegamos, y después de cenar, vinieron a buscarnos mi amiga Alethia y su partner (compañera) holandesa para dar un paseo. Era de noche, todo estaba precioso, vimos este río, y luego nos acercamos a una especie de lugar que según estuviera el nivel estaba inundado o no. En ese momento sí lo estaba, pero justo al lado, un restaurante con su terracita cubierta. También recuerdo una impresionante tormenta, también con Alethia, que nos cayó mientras íbamos a casa de otra holandesa, justo a cinco metros el río. Calados acabamos.


Río Waal

Aquí va otra foto del río Waal. Esta está hecha desde ese sitio que os comento que depende del nivel estaba inundado o no. Ese día no estaba inundado, y me decidí a tomar esta foto, a pie de orilla, donde se puede apreciar la considerable anchura. Gran recuerdo de este momento


Pues en esta foto, lo que veis al fondo, es la torre de la catedral protestante St. Stevenskerk. No tengo ninguna foto de la catedral en sí, pero el sábado, cuando fuimos de compras (uff y todavía me acuerdo...), ví la panorámica y no pude dudarlo. No ví la catedral por dentro, pero por fuera imponía.


La casa roja
La casa roja del pueblo, ¿se dice así?. Bueno da igual, ya me entendeis, la casa en donde, bueno.... ¿lo tengo que explicar todo?. Otro de los sitios que ví nada más llegar. Como os he contado antes, el primer día, llego por la tarde, ceno, vinien Alethia y su partner, y conmigo y mi partner, nos vamos los cuatro a que nos enseñen un poco del pueblo, aunque ya sea de noche. Salimos de casa, el río Waal. Dos pasos más, una plaza en la que se sitúa la casa roja del pueblo, a cinco minutines de donde vivo. Si es que yo lo tenía muy cerca todo... Esta foto ya la hice otro día, era por la tarde. Me sorprendió la naturalidad, una ventana por habitación, la prostituta sentada en su silla ligerita de ropa frente a la ventana, leyendo una revistita, viendo la tele... ¿Llega un cliente? Pues se cierra la cortina y listo. Y allí nadie se escandalizaba, no había manifestaciones, ni pancartas pidiendo que eso no estuviera allí. Es algo más de la sociedad, ha sido incorporado a la normalidad de la vida diaria y no ha pasado nada. Ay madre mía, pero cuánto tenemos que avanzar aquí todavía...


Coffee Shop

Que iba ser de estas entregas sin hablar de un Coffee Shop. Lo recuerdo perfectamente; estaba en una calle estrecha, angosta, a la que se accedía desde una de las principales calles. En cuanto entrabas a la calle, olía, siento decirlo, a gloria. Lógicamente éramos menores y no pudimos entrar, además de que se nos hubiera caído el pelo, pero las fotos no nos las quitaba nadie. Es una de mis cuentas pendientes cuando vuelva a Holanda, que lo haré, entrar a un Coffee Shop.





Pues estas dos últimas fotos que cuelgo pertenecen al casco antiguo. No he conseguido averiguar, y mira que he buscado, qué eran tanto ese edificio, el Waag creo que se llama, y la puerta ésta que tiene la fecha de 1605. Sé que se encuadraban dentro de una plaza del casco antiguo de la ciudad, que por cierto es precioso. Pero nada más. Aquí también esta la estatua de Mariken van Nieumeghen (justo a la derecha de esa puerta de 1605 y enfrente del Waag, pero no se ve), de la que colgué una foto en la anterior entrega. No he podido colgar una foto mía de la estatua, porque es que en la que tengo salen dos holandeses del intercambio tocándole cada uno una... una mama, ejem ejem.




Hasta aquí esta segunda parte de la última entrega de El Cuaderno Holandés. Y ya van cinco. Para saber más sobre Nijmegen:
Nijmegen en Wikipedia.es
Nijmegen en Wikipedia (en inglés)
Web de Nijmegen

26 julio 2007

Holden Caulfield, visión crítica de un adolescente

A Holden Caulfield, protagonista del libro de J.D.Salinger, El Guardián entre el Centeno, lo acaban de echar de nuevo de otro colegio. Esta vez ese colegio es Pencey, uno de tantos, y es a partir de este punto en donde este chico de dieciséis años comienza narrándonos su aventura. Cansado de todo y de tener que esperar tres interminables días hasta poder irse de nuevo a su casa después de la expulsión, en Nueva York, Holden decide vivir esos días en un completo estado de independencia, hasta que llegue el día de volver con sus padres y de que éstos se enteren que de nuevo el niño les ha dado otro disgusto.

A través de las innuberables historias que vivimos en ese tiempo, el chico nos adentra en un mundo en el que desgrana la hipocresía de la sociedad, las normas sociales que imperan en ella y lo bajo y triste que puede llegar a ser el ser humano. Nos hace ver un mundo en donde los clichés son imprescindibles y la gente tiene que tener bien definidos sus roles sociales para poder sobrevivir. Holden no quiere eso, no le gustan esas normas y tampoco las falsedades, necesita sentir el afecto verdadero y la sinceridad. El problema es que todo este mundo se junta con su edad, con su mundo adolescente. Además, él es un chico imprevisible, repelente por momentos y que por costumbre ha tomado el burlarse de la gente y tomarle el pelo cuando le apetece, lo que, lógicamente, le trae mucho problemas. Lo hace porque quiere, no ve ningún impedimento en ese momento, pero cuando las consecuencias se presentan, es cuando se deprime y cuando ve que todo esto no va a ninguna parte. De ahí su estado ciclotímico, su variabilidad entre la felicidad y la tristeza, y de ahí que no encuentre un motivo de estabilidad y vaya dando tumbos sin saber qué hacer. Tiene claras muchas cosas, que no le gusta el cine, ni la falsedad, que quiere mucho a sus hermanos, incluido Allie, su hermano muerto al que recuerda constantemente, y que no le gusta, en el fondo, decepcionar a sus padres. Pero la balanza no está equilibrada, y pesa más su desconcierto y su forma de actuar como si fuera una veleta. Con todo esto, Holden salta de una peripecia a otra y de un problema a otro. Final, realmente no hay, no sabemos realmente qué sucederá con él, simplemente nos cuenta su vida de unos días, a recomendación de su psiquiatra. Quién sabe que fue de él.

Quizá lo que más me haya gustado ha sido la visión de Holden, porque el argumento es una simple tela de fondo para que el chico nos de su visión crítica. La visión crítica de un adolescente que está empeñado en disgregar las personalidades de la gente, sacando lo bueno y lo malo para que veamos qué podemos llegar a ser y como podemos comportarnos según nuestros estados de ánimo, nuestras virtudes y defectos o simplemente, nuestras animadversiones/afectos hacia según qué personas. Tengo que reconocer que sus ¡Jo!, y el continuo uso del Como iba diciendo en todas sus vertientes, me ha exasperado un poco. En resumen, es una novela que se deja leer, interesante y a ratos muy divertida, pero que hay que leerla, en mi opinión, cuando se es adolescente y vives en igualdad de edades las historias de Holden. Ése no ha sido mi caso, pero de todas formas, me ha gustado leerla.

21 julio 2007

Nuevos escritores en Cuentos de la Torre

Hace una semana leí de una tirada todos los cuentos que componen "Cuentos de la torre", un pequeño cuentario de ochenta y séis páginas, financiado por el Ayuntamiento de La Coruña y desarrollado por un puñado de personas a las que les une una misma afición, que es escribir, unidos todos tras el hilo de 4cuentos. El libro se compone de nueve cuentos en los que, independientemente de que te gusten o no, puedes percibir la frescura que tiene cada uno de ellos. Quizás estas personas que han escrito los relatos no tengan una máxima aspiración de dedicarse a la literatura, y se a dedican esta actividad más como una afición, pero la ilusión que yo he visto en todas y cada una de estas pequeñas historias es digna de agradecer. Se nota esfuerzo, ganas de escribir, de dotar a los personajes de coherencia, de hacer una buena trama, de sorprender en tas pocas páginas. Mis felicitaciones a todos vosotros.


La Torre de Hércules

Encuentros en la Torre (Josefina Cruceiro Fernández): es una historia triste, muy sentimental. Me gusta la manera de recordar los viejos tiempos de Mara y Félix, pero se me hace que quería presentar muy bien a los personajes, cuando eso en pocas páginas es muy difícil.

¿En qué piensas? (Juan Mariñas): Me gusta esa forma de conjugar una historia dentro de otra y escribir sobre algo tan común con tanta simplicidad y realismo. Me cayó simpático su protagonista. Sin duda el mejor de los nueve cuentos.

Mientras espero (Mayka Rivas): en dos caras de hoja de cuento hay que ser muy directo si quieres llegar al lector.

Perdido en ti (Marisa López-Mosquera): comentario aparte pinchando aquí.

Zeiss Optics (Enrique Rajoy): un relato muy coherente y muy bien escrito, pero me impactó poco. Me gustaron los delirios de Olivia.

La desaparición (María Barcia): sorprendente final y cómica reflexión sobre los bancos. Un cuento realmente bueno, y muy inteligentemente escrito.

Neno Amigo (Lorena Marrozos): no leído, estaba en gallego y me fué difícil.

¿Por qué mueren las princesas? (Corina Salas): también ha sabido mezclar bien dos historias y me quedé helado tras leer las últimas palabras del cuento.

Un beso sin rostro (José Antonio Barbeito Pereiro): la búsqueda de un amor idealizado, el paso de los años. Recurso ya muy explotado pero que sigue dando tan buenos resultados. Buen cuento.

Mucha suerte a todos y seguid así

18 julio 2007

La sombra de Sir Vidia. Entrega 5: "Libros y escritores: bombardeo publicitario"

Antes de esta era de bombardeos publicitarios que más que el libro nos venden al autor, ésta era una figura misteriosa y en cierto modo mítica, invariablemente un solitario sobre el cual circula toda clase de rumores; un proscrito, un enigma, un exiliado. El aislamiento y los silencios de los escritores los convertían en personajes más interesantes, sin otra aura que la de su nombre. En mucho casos, el autor carecía de imagen pública y sólo se conocía de él su obra. Hoy en día el rostro es lo primero y el libro lo de menos. En esa época, el escritor era gnómico, una especie de sacerdote, un mago que no sólo escribía libros, sino que creaba nuevos mundos e inventaba el lenguaje. Así era las cosas cuando Julian era my joven, en los cincuenta y principios de los sesenta. Un escritor era un héroe.


Las cosas han cambiado en el tema literario, y lo que dice Theroux en este fragmento es totalmente cierto. Vivimos en una época en el que todo el mundo puede escribir, en donde muchas veces da igual si el libro es bueno o malo, porque una gran parte de su éxito dependerá de la mega-campaña de márketing que haga la editorial o de si un personaje relevante en la vida política, social o artística ha dado su visión positiva ó negativa del mismo. Es en este tiempo muy común que un escritor publique un libro de calidad, o mejor dicho, que reciba una buena acogida, y se espere con ansia la llegada de su segundo título, y es en ese momento en que el segundo libro no recibe tan buenas críticas, pero eso sí, gracias a la fama del primero las ventas han sido todo un éxito. Esto me parece triste, sinceramente. Tú tienes que leer un libro porque te enganche el argumento, porque te parezca una historia interesante, porque ese género sea de tu agrado, pero no porque te estén metiendo por los ojos ese escritor en concreto.

Me resulta también muy triste que en este mercado literario, convertido en un verdadero circo en muchas ocasiones, no se conozcan autores tan importantes como Saramago, Kafka o García Márquez, pero que, eso sí, libros como Los Pilares de la Tierra de Follet o La hermandad de la Sábana Santa de Julia Navarro (me abstengo de comentar, a pesar de las críticas, el Código Da Vinci, ya que no lo he leído), de una calidad bastante dudosa y escritos con el único fin del autor de vender y vender pero no con ese fin de crear palabras (lo que es en definitiva la literatura, un continuo ejercico interno de crear palabras, palabras que no sólo resuenen en la cabeza del lector, sino que el escritor las sienta como propias, convencido de que escribe lo que siente, y no lo que el público quiere), tengan tanto éxito y sean conocidos por infinidad de personas. ¿Por qué? Por el bombardeo publicitario. Es necesario fomentar la lectura, pero TODA la lectura, y eso es responsabilidad, no sólo del lector, sino también de las cadenas de librerías y centros comerciales. Porque lo que no es ni medio normal es el panorama que te encuentras en muchos hipermercados: estantes y estantes repletos de literatura "comercial", y casi nada de otros escritores que no tienen tanta fama. Pero es lo que hay, estos centros quieren vender, y dan lo que el público les pide. No puede ser que tú preguntes a alguien si ha leído "Cien años de soledad", por poner un ejemplo claro, y te diga que no, pero te diga que sí que se ha leído El Código da Vinci y Los Pilares de la Tierra. Y aunque esté de acuerdo que cada uno tiene que leer lo que quiera, todo esto no me deja de resultar triste, muy triste.

13 julio 2007

"Brooklyn Follies" y la búsqueda de mi Hotel Existencia

Hay momentos en los que lees un libro justo en el momento de tu vida en que tienes que hacerlo. En la situación idónea, en el estado de ánimo concreto en el que lo tienes que leer. Y eso es lo que me ha pasado con Brooklyn Follies, de Paul Auster.

La historia de Nathan Glass, su nueva vida, la nueva vida de Tom, su sobrino, las personas que conocen a partir del momento en que inician algo nuevo, algo desconocido, sin saber muy bien si les va a salir bien la jugada. Este es un libro de personas que se encuentran, de personas que empiezan a coexistir en Brooklyn, Nueva York, y que poco a poco se van uniendo y viviendo situaciones que les van a descubrir que sí hay una razón para vivir, que sí hay algo por lo que luchar, que no está todo perdido. Solo hay que empezar la historia, dejar que el tiempo siga su curso. Pero no sólo es eso, es la historia de sus pasados, de todo lo que han vivido, y de todas las consecuencias, casualidades y causalidades que les hacen llegar al punto en donde están. A partir de ahí, Auster desarrolla un relato donde lo inverosímil, lo lógico, lo surrealista, lo tierno, lo cruel, lo triste, lo...en fin, donde todo eso, se mezcla, donde todo eso da lugar a una historia en la que te ves envuelto, siendo un protagonista más, que se hace cómplice del viejo Glass y de lo que nos cuenta, sintiéndose amigo suyo, de su sobrino Tom, sintiendo ternura por Lucy y pena por Rory la inestable, sintiéndose afortunado de haberse topado con un personaje tan peculiar como Harry Brightman, dueño del Brightman´s Attic, esa tienda de libros antiguos, ediciones raras y demás en la que alguna vez me gustaría situarme. Me gustaría también conocer a Nancy, la B.P.M (Bella y Perfecta Madre), y conocer también a la guapa y sometida Marina González, pero conocerla en el Cosmic Diner, cenando con Glass, y escuchando de su propia boca todo lo que le está sucediendo, porque ahora es cuando pienso que me hubiera encantado ser un personaje más del libro, pero uno sin más protagonismo que el de escuchar a modo de persona de desahogo todo lo que se está viviendo en las 310 páginas de que consta el libro en la edición de Anagrama. Porque Nathan pensaba que volvía a Brooklyn a morir, pero no, llegó para volver a vivir, como nunca lo había hecho. Es un libro optimista, y eso me gusta.


Brooklyn Washington Str. (Von Frank aus H.)


Pero quizás lo que me ha hecho sentir que este libro tenía que leerlo justo en este momento de mi vida en el que llevo un año y medio (puede que algo más), en el que, en cierta parte no levanto cabeza, es la búsqueda del Hotel Existencia. Aquel sitio definido así por Harry en el que puedes evadirte del mundo en el que vives, en el que te ves capaz de todo y puedes hacer lo que quieras y sentirte tú mismo. Da igual que sea un sitio en que dejes a los huérfanos refugiados con que soñaba Harry, eso da igual, lo importante es que sea un lugar que consideras tuyo, y donde mejor te vas a encontrar. Por eso esto ha sido tan determinante en este libro, porque yo necesito buscar también mi Hotel Existencia, necesito saber que hay un espacio, aunque sea pequeño, en donde sea feliz, en donde me encuentre libre de preocupaciones, en donde crea que estoy donde tengo que estar, en donde vea que no soy siempre quien tiene que dar el primer paso, en donde me sienta querido y no atacado, en donde vea que todo es posible, en donde yo considere que voy a luchar sin la jodida certeza de que voy a perder, en donde mis decisiones son las que determinarán todo, o por lo menos todo lo que yo considero que tiene que ser fruto de una decisión mía, en donde, en donde, en donde... Y hay unas frases en Brooklyn Follies que relatan muy bien todo esto, por lo menos la causa de mis quebraderos, que llevan todo a una misma causa, que es la velocidad con que todo cambia, en mi caso para mal, y gracias a estas frases y viendo lo bien que ha resumido Auster todo lo que estoy viviendo y mi necesidad de buscar mi Hotel Existencia y de darle un giro radical a todo, no puedo hacer otra cosa sino transcribirlo, porque lo que vais a leer ahora es el perfecto resumen de mi realidad en este último año y medio:

A qué velocidad cambia el mundo a nuestro alrededor; con qué rapidez se suceden los problemas, sin apenas dejarnos un momento para regodearnos con nuestras victorias.



Velocidad (Dardo Poblete)


Después de todo esto y todos los libros que he leído de Auster, me doy cuenta que es el autor de las reflexiones. Cuenta historias de gente distinta al resto, de historias que pueden a veces resultar increíbles pero, ¿por qué no pudieran suceder? ¿acaso es imposible?, y dentro de estas historias enmarca sus inquietudes, define muy bien aspectos como la soledad, las mentiras, la ignorancia de la gente, o aspectos "menos trascendentales" como la estancia en un hospital, dotándolos de complicidad con el lector, de una profundidad y un es que sienta cátedra, como pocos escritores consiguen hacer.

Este no es el mejor libro que he leído de Auster, a pesar de que es muy bueno, pero no me podré olvidar de él, porque me ha descubierto muchas cosas, como que no todo está perdido, que siempre hay una oportunidad para que las cosas se desarrollen de una mejor manera. No lo podría haber leído en otro punto de mi vida, porque éste era el punto de mi vida en que tenía que leerlo

09 julio 2007

Starting a new life?

Has terminado la carrera, y una nueva etapa se ve forzosamente a ser empezada. Tienes que seguir evolucionando, buscar trabajo, empezar a sufrir una especie de metamorfosis en esta broma a la que llaman vida. Pero no sólo es eso, y lo sabes, han pasado demasiadas cosas, la inestabilidad se ha hecho una constante en tu día a día, y estás harto de ello, necesitas volver a creer que puedes ser dueño de tus actos, y que no tienes por qué estar adaptandote a todos los malos y forzados cambios a los que te estás viendo sometido, y contra los que, desgraciadamente, no puedes hacer nada. Y los ha asumido todos, no te ha quedado otra, pero puedes hacer algo. Puedes darle un giro radical a la que tiene que ser tu historia, sabes que lo necesitas, sabes que necesitas algo que te haga levantarte cada mañana con ganas de comerte el mundo, y buscar tu propia felicidad, que es al fin y al cabo lo que busca todo ser humano, ser feliz.


Start (Von KS- Pictures)


Y lo mejor de todo es que sabes como hacerlo, y que, aunque mucha gente pueda entender que estás huyendo, que en cierta parte lo es, tú sabes perfectamente, y eso es lo que realmente importa, que en las circunstancias en las que estás "malviviendo" es la mejor opción, el mejor camino. Pero también eres consciente de que todo esto no puede ser inmediato, que hay determinadas cosas que tienes que rematar por aquí, y acontecimientos en los que, por ser lo importantes que son, tienes que estar presente, no por imposición ajena (menos mal, algo que decides por tí mismo), sino por imposición propia.


Destino (Adolfo Galindo)


Pero bueno, lo valioso aquí es que conoces el camino que tienes que tomar, esa ruta que llevará a empezar una nueva vida, dándole un giro radical a la actual, que se ha vuelto tan insoportable. Sí, tienes que encontrar tu camino, y lo harás, pero paciencia, no desesperes, de algún modo u otro lo conseguirás. Porque tu destino es tuyo, no te olvides nunca de eso.