El día en que Florentino Arizo vio a Fermina Daza en el atrio de la catedral, encinta de seis meses y con pleno dominio de su nueva condición de mujer de mundo, tomó la determinación feroz de ganar nombre y fortuna para merecerla. Ni siquiera se puso a pensar en el inconveniente de que fuera casada, porque al mismo tiempo decidió, como si dependiera de él, que el doctor Juvenal Urbino tenía que morir. No sabía ni cuándo ni cómo, pero se lo planteó como un acontecimiento ineluctable, que estaba resuelto a esperar sin prisas ni arrebatos, así guera hasta el fin de los siglos.
Así se siente Florentino Ariza cuando ve a su amada Fermina en
El amor en los tiempos del cólera, una mujer con un porvenir definido y embarazada, mientras él sigue igual, acostándose con mujeres varias, teniendo alguna que otra relación duradera, simplemente con el fin de calmar los deseos del amor más terrenal. Sabe que Daza tiene que ser suya, pero también sabe que es una relación tan estable la que tiene con Juvenal, que hasta que él no muera, no podrá cumplir su gran objetivo: tener a Fermina.
Florentino ha ascendido en la CFC, y uno de esos días se produce el gran encuentro entre él y Juvenal. Mantiene una conversación insustancial, hasta que de repente Juvenal le dice
Yo no sería nadie sin ella. Lo que sigue, García Márquez lo relata así:
Florentino Ariza lo escuchó impasible, aprobándolo todo con un movimiento leve de la cabeza, sin atreverse a decir nada por miedo de que lo traicionara la voz. Sin embargo, dos o tres frases más le bastaron para comprender que al doctor Juvenal Urbino, en medio de tantos compromisos absorbentes, todavía le sobraba tiempo para adorar a su esposa casi tanto como él, y esa verdad lo aturdió. Pero no pudo reaccionar como hubiera querido, porque el corazón le hizo entonces una de esas trastadas de putas que sólo se le ocurren al corazón: le reveló que él y aquel hombre que había tenido siempre como el enemigo personal, eran víctimas de un mismo destino y compartían el azar de una pasión común: dos animales de yunta uncidos al mismo yugo. Por primera vez en los veintisiete años interminables que llevaba esperando, Florentino Ariza no pudo resistir la punzada de dolor que aquel hombre admirable tuviera que morirse para que él fuera feliz.
Quiere que muera, tiene la convicción de que eso tiene que ser así, y sabe que la hará feliz. ¿Por qué lo sabe?. Esto lo explica todo:
De tanto conocerlas en sus incursiones de cazador solitario, Florentino Ariza terminaría por saber que el mundo estaba lleno de viudas felices. Las había visto enloquecer de dolor ante el cadáver del esposo, suplicando que las enterraran vivas dentro del mismo ataúd para no afrontar sin él los azares del provenir, pero a medida que se iban reconciliando con la realidad de su nuevo estado se las veía surgir de las cenizas con una vitalidad reverdecida.
En todo este transcurso de los años, Fermina Daza tiene altibajos en la relación con Urbino, ella sabe que esa no era la vida que le hubiera gustado vivir, incluso a veces se plantea se hizo mal al dar puerta tan inesperadamente a Florentino. Pero cuando se le encuentra muchas veces vuelve a darse cuenta de la realidad con Ariza, él es la
sombra de alguien a quien nunca conoció.
Me queda un poco todavía para terminar el libro, pero he de decir que García Márquez se luce. Parte del futuro, vuelve para atrás, recorre unos años, vuelve otra vez para atrás, ahora para adelante, salta a una época con un personaje, vuelve dos décadas atrás con otro.. y todo esto hilado de una manera tan buena que no pierdes ni un momento sentido de dónde te encuentras. Me gusta el personaje de Florentino Ariza, quizá por lo de que está esmirriado (otro como yo...), pero también por ese aura de triste que le envuelve, esa nostalgia y esa individualidad que despide le hace ser alguien diferente del resto. En realidad, casi nadie le conoce a fondo, solo saben de sus logros laborales, pero poco más. El también lo quiere así, porque si se da a conocer un poco revelaría su secreto más preciado, que es el amor por Fermina Daza, y todo su plan conspirativo de estar esperando a lo largo del tiempo la muerte de Juvenal se iría al garete. Es un gran señor, sí, un gran gran señor...
Finalmente, y cambiando de tema, este es el post número 100. Nunca hubiera pensado que llegaría tan lejos con la blog cuando la abrí. Pero ahí estan, las primeras cien entradas de la blog, espero que sean muchas más...