Oreja de Perro. Silencio. Moscas. Soledad. Espectros.
Lo peor de Oreja de Perro es el silencio.
Un silencio cargado de moscas. Pág.14
La soledad de Oreja de Perro es mala consejera, sus moscas son unas musas gordas y sin gracia. Sólo saben hacer ruido, aumentan la sensación de encierro. Pág.36
Termino de leer Un lugar llamado Oreja de Perro (Iván Thays), libro finalista del Premio Herralde de Novela 08, y me quedo con una sensación extraña, oscura, sombría. Nos encontramos ante un hombre con una carga emocional tremenda, un hijo muerto y una carta por contestar a su mujer, a la cual está seguro que no volverá a ver. Este hombre se encuentra en Oreja de Perro en calidad de periodista, un lugar andino derruido por el terrorismo hace años y en el que ahora pretenden instaurar un programa de asistencia social.
Su estancia allí durará apenas unos días, un tiempo en el que hará un ejercicio de recuerdo de su pasado, todo lo vivido con Paulo, su hijo muerto, y Mónica, su mujer (¿o ex?). Le dará tiempo también a vivir intensamente dos relaciones extrañamente amorosas y también a intentar poner en orden sus planes futuros, cosa que no sé si consigue. El lugar no es propicio para hacer nada de esto. Silencio, moscas y soledad despiertan espectros y recuerdos que tenía en el cuarto trastero de su cerebro, fijan otros que son una constante en su devenir diario. Nada ayuda a poner en orden sus ideas. El mal de altura, se dice a sí mismo a veces. Oreja de Perro es engañoso. Finalmente la novela termina como un punto y seguido. Al volver de Oreja de Perro, nuestro protagonista se encuentra en el punto de partida de la historia. Sabedor de que habrá cosas que nunca volverán a ser como antes, que hay que empezar, digámoslo así, desde cero.
He escuchado con toda claridad lo que me quieren decir sobre tu futuro. Y esas voces te aconsejan que te rindas, que aceptes que te han vencido. A veces es bueno rendirse y no seguir luchando, recoger tus restos y empezar de nuevo. Pág.60.
Fotografía DSC_0760 (dubnars). Tomada de Flickr
Si hay algo que me ha gustado de este libro de Iván Thays es la fragmentación que hace de todas las historias que forman parte de la novela. Cada capítulo es una pieza que se engranará con la siguiente, cada situación pasada y presente se une para ir avanzando durante los días que está en ese desolado sitio. Si hay un personaje que me parece realmente interesante ese es el de Mónica, su mujer. Nunca aparece como un personaje presente durante el transcurso de la novela, sino como un fantasma del que vemos su pasado (infancia, adolescencia, estudios, noviazgo, matrimonio) para poder entender el ahora del hombre con el que tuvo/tiene un matrimonio feliz/infeliz. Me hubiera gustado saber la versión de Mónica, que pensaba de toda su historia para hacer lo que hizo.
Presencia femenina indiscutible. Otros dos personajes interesantes son Jazmín y Maru. ¿Posibles futuros? Jazmín y Maru. Maru y Jazmín. Polos opuestos. Chola y pituca. Jazmín, la chola, está embarazada, de fea dentadura; luego está Maru, la pituca, joven y guapa, con ganas de comerse el mundo pero de una inmadurez que en mi opinion a veces asusta. Maru es factible, pero Jazmín no. Me encantaría saber como continúa la historia en la mente de Thays, que rumbo toma nuestro hombre atormentado y si alguna de estas dos mujeres estarán en su futuro, o si Mónica es todavía posible. También está Scamarone, el cínico fotógrafo que finalmente se convierte en confidente, un hombre a quién le gusta dárselas de listo, pero que en ocasiones pone un punto de cordura en este protagonista con demasiados quebraderos de cabeza.
¿Alguna vez te ha sucedido algo tan fuerte, tan fuerte, que quisieras sacarte ese recuerdo del cerebro como si fuera algo sólido, un ladrillo, una tuerca, la pieza de un rompecabezas?. Pág.99
Veo retazos de Auster (afición "maniática" a las filmografías como en El libro de las ilusiones, llamadas inesperadas de desconocidos como en La Trilogía de Nueva York). El libro me ha gustado, pero por ponerle un pero, diría que todo es demasiado correcto, demasiado bien escrito y ordenado. La novela es demasiado perfecta en todo, Iván Thays no se arriesga a ir más allá para terminar de despuntar con lo escrito. También le falta algo de rapidez, aunque bueno, eso lo suple con una manera de narrar muy interesante.
Sin duda, el libro no está nada mal. Ha hecho que me interese seguirle leyéndole en un futuro.
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Compartir la lectura de este libro en el mismo plano temporal que Angéline y Princesadehojalata ha sido también un lujo. Habrá que repetirlo.