Gentario y Javier Munguía
Sospechas, mezcla los sueños frustrados de un hombre y sus peculiares desahogos, creando una necesaria conexión con la necesidad de tener que mantener un esterotipo de familia: casa-coche-mujer-hijos. Renunció a arriesgarse cuando lo tenía que hacer, y ya es demasiado tarde cuando quiere emprender de nuevo el camino. No puede haber muchas esperanzas. En El Juego de Sarita, asistimos a los actos de una marioneta manejada por otra marioneta. Ésta última descubre el miedo a la soledad y necesita del manejo de otras personas para paliar sus propios defectos. Pero las cosas pueden volverse en su contra, nada es seguro y menos cuando la primera marioneta descubre el engaño. Algo, digamos parecido, encontramos en Una rosa es una rosa, en donde nos encontramos el despecho y la necesidad de venganza en territorio ajeno, siendo así una manera de infringir el mismo castigo recibido en quien no tiene absolutamente nada que ver.
Mi vida con Saramago (madre mía como lo lea don José...), es así como el fanatismo llevado al extremo más surrealista. Es la admiración aplicada a la necesidad de salir triunfante, de tener al fuerte, a pesar de esa admiración, "en cueros", literalmente. Para ello se pueden emplear las armas de mujer más primitivas o modernas, todas valen con tal de conseguir el fin. Y si además, se ponen de por medio oportunidades que también son interesantes (ay doña Saramago...), ¿por qué no aprovecharlas?. Pero eso no queda ahí, porque de toda la historia sale otra, duradera y de futuro, y nos damos cuenta de lo pequeño que es el mundo, que es un pañuelo, vamos. En Cailleach, el incesto está presente, cómo no, es un tema que le gusta al autor, y las experiencias vividas condicionan e interfieren en el momento menos previsible y más inesperado, los actos del presente y los amores que se tienen que dar en esos actos. La reflexiones sobre la vejez y la enfermedad, sobre los típicos tópicos ante el tener que afrontar el problema de qué la-abuela-ya-no-rige, no dejan de ser sin un fiel reflejo de lo que todavía se piensa, aún cuando muchas veces lo que más intervienen son los factores de la tradición y no los del sentido común. El cuento José Luis revela las auto-mentiras que te satisfacen, porque si no puedes tener algo, no porque no quieras tenerlo sino porque probablemente no puedes, habrá que inventarlo de donde no lo hay. La sobreprotección tiene sus consecuencias, y es lo que vemos en la pobre Juliana, así que en vez de sorprenderse tanto señor padre de Juliana, reflexione, porque más culpa tiene usted que nadie.
Los buenos tratos y Jackie son quizás los relatos más diferentes que hay en el libro, a mi juicio. En el primero, el prejuicio es la tónica de la historia, y la necesidad de hacer realidad ese prejuicio se consigue mediante la exasperación y la crispación; todo con el fin de confirmar la "teoría". El segundo, es un relato desconcertante, puede dar lugar a muchas interpretaciones pero nunca estarás seguro de si es la correcta. ¿Mi interpretación? Hay veces que es mejor interpretar un papel y asumirlo, para qué resistirse, es una bobada, y más cuando eso te puede ayudar a sobrellevar tristezas que no sabes cómo borrar, cómo afrontar.
¿Resumen? En esta primera publicación de Munguía, el auto-engaño se presenta en alguno de los relatos, el amor en casi todos, los sueños frustrados y la vejez coordinan y engrasan algún que otro relato, y todo ello manejado de una manera muy inteligente. Sigo viendo destellos de García Márquez, sobre todo en Cailleach (amor, locura y vejez), y en general en la mayoría de las escenas de sexo tanto de este libro como de Mascarada. Seré descarado al pensarlo, pero a mí me viene Gabo a la cabeza, no puedo evitarlo. Introduce también pequeños detalles de su vida (¿qué escritor no lo hace?), y siempre es bueno introducir destellos de realidad en la ficción.
Considero este primer cuentario como un primer ejercicio serio de escritura que llevará a la madurez en la narrativa de que ha caracterizado el segundo cuentario. Pueda haber mas inexperiencia en estos cuentos, en su redacción o composición, pero no por ellos son menos buenos e interesantes y no hacen sino hacer madurar los buenos frutos que son los cuentos de Mascarada. Vamos, un primer ejercicio superado con muy buena nota.